jueves, 6 de septiembre de 2012

Hina.

Una espesa nube de humo oscuro emana de las gigantescas locomotoras detenidas en las vias. Estas enormes moles de metal jadean mientras hombres grises, ayudados por plataformas mecanicas y rampas motorizadas, extraen de su interior diferentes embalajes de los mas variados tamaños. Los hombres se afanan en su trabajo, corriendo de un lado a otro por los andenes, abriendo las bodegas de carga de los vagones, sellando las cajas -grandes, pequeñas, cuadradas, rectangulares, cilíndricas, de metal, de madera, de cartón..., todas ellas grises-,  llevando la mercancía en dirección a los almacenes de la estación, donde con posterioridad acudirán los interesados a recogerla.

Hina camina entre ellos, eludiendolos con la habilidad que tienen las niñas de su edad para hacerlo, sin apartarse de su madre, que camina tras ella apenas a un paso de distancia. Hina lleva su pelo negro recogido y cubre su cabeza con un delicado sombrero azul. Hoy es un día especial, y tanto ella como su madre se han vestido para la ocasión, con faldas de volantes y blusas de encaje. Sus rostros brillan bajo las luces de los andenes, repartidas por la estación por columnas y puentes, mientras avanzan hacia el anden de pasajeros.

Allí esperándolas como un regalo de cumpleaños, descansa una locomotora antigua, con un pequeño vagón de madera pintada de brillantes colores unido a ella. Hina sabe que en el interior del tren la espera Monadessci, el hombre que le trae los regalos que ella cambia por sus muñecas.

Su madre la reprende cuando ella le muestra otra muñeca, porque verlas le trae recuerdos tristes, momentos que ha querido olvidar pero que Hina, en su inocencia, vuelve a traer a su mente una y otra vez. Hina, de cualquier forma, sonríe como solo ella sabe  -sonríe con su boca, con sus ojos, con sus manos- y su madre, llevada por el cariño que la profesa, la perdona y prepara la carta para Monadessci. Después busca uno de esos hombrecitos de metal pintado que, presto, recoge el sobre y parte hacia la mansión de Monadessci, en las afueras de la ciudad.
Esta vez llega pronto, y el hombre todavía no ha bajado del tren. Para evitar el humo de las locomotoras, la niña cubre su rostro con una mano delicada, de pequeños y finos dedos y piel blanca como la porcelana.  Con la otra mano aprieta con fuerza el brazo de su madre, que ha llegado a su lado y espera junto a ella en silencio. Algunos hombres grises, cargados con baúles y cajas,, les dedican una mirada desapasionada, ajenos a su alegría o su tristeza. Hina mira a su madre, y esta la mira a su vez, sienten cada una de una manera distinta, la ansiedad en sus cuerpos ante la llegada de Monadessci.

Y el hombre llega, desciende del vagón con porte señorial, envuelto en su larga capa de seda roja, cubriendo parcialmente su rostro con una mascara azul celeste. Desciende al anden con pasos suaves, como si no quisiera dañar con los tacones de sus altas botas negras el pavimento castigado por cientos de miles de transeúntes. Y al posar el hombre sus pies sobre adoquines que conforman el suelo de la estación, Hina siente un débil cosquilleo en su nuca, esa extraña sensación que la invade siempre en presencia de Monadessci y los de su casta.

El hombre camina hasta ellas, ampliando su enorme sonrisa de dientes inmaculados a cada paso. En una mano enguantada sostiene una maleta, en la otra dos diminutas jaulas que se rozan entre ellas y emiten un suave quejido. Se detiene frente a la madre y la hija, improvisa una reverencia, y dejando la maleta a sus pies y las jaulas a su lado, se arrodilla ante ellas.
- Vean, vean lo que traje para ustedes -susurra Monadessci abriendo la maleta, y la niña descubre un deje de melancolia en su voz.

Ante los ojos de Hina y su madre se despliega un universo de maravillas, un caleidoscopio de diversas excentridades que colmarian los deseos del colecionista mas exquisito. Alli descubre una peonza dorada que gira sobre una replica del Puente de los Suicidas Romanticas. Junto a ella diminutas figuras de carton danzan alrededor de una fria hoguera de papel. Una bolsa de brillantes canicas (doradas, verdes, azules...) descansa junto a dos ancianos de chocolate que representan una obra clásica en un decorado de flores. Algo mas allá  oculta entre enormes bolas de algodón sonrientes y bombillas de colores que parpadean con coquetería, Hina descubre el regalo que se llevara: un hermoso libro de tapas verdes con un grabado de un unicornio en el lomo.

La madre de Hina, consciente de que la niña ya ha decidido, deja que tome entre sus delicadas manos el libro y sonríe. En el fondo siente tristeza, ya que la toma del regalo conlleva la perdida de sus tesoros, pero no se puede permitir que Hina descubra su melancolía. Así que amplia su sonrisa, y le entrega al hombre, que espera con la avidez del cazador que descubre a su pieza en la mirada, dos pequeñas muñecas bellamente vestidas.
- Oh, señora, que hermosas son -susurra Monadessci, pero la mujer ya esta dando media vuelta, tomando a su hija de la mano y recorriendo el anden en sentido contrario.

Monadessci las ve marchar, consciente de que no pasara mucho tiempo antes de que vuelvan a encontrarse. Su mirada se detiene en Hina, y un ramalazo de nostalgia le asalta. Siempre quiso a Hina, siempre creyó que seria su trofeo mas hermoso, sin embargo sabe que ella nunca se la dará, no, ya paso su tiempo. En silencio se pregunta que hará Hina cuando crezca, y venga acompañada de la pequeña.¿ Seguirá viniendo a buscarle ? No tiene dudas, sabe que vendrá.

Cierra la maleta con parsimonia y después, con sumo cuidado, deposita una muñeca en cada una de las jaulas que ha traído consigo. Las locomotoras resuellan, el ajetreo en los andenes se hace mas notorio. Oye gritos e imprecaciones entre dos hombres que han volcado una de las plataformas de transporte, desparramando su carga sobre los raíles. Recoge sus cosas y camina hacia su tren, sin mirar atrás.



En las jaulas, las muñecas agarran los barrotes de hierro oxidado con sus delicadas manitas de porcelana. Sienten ganas de llorar, pero no pueden hacerlo, pues de sus ojos de cristal no pueden brotar lagrimas. Saben que nunca volverán a ver la ciudad, que partirán hacia un lugar muy lejano en compañía de aquel hombre.

Y ese conocimiento les rasga el corazón. 


Autor: Santiago Eximero.


18 comentarios:

  1. Oh, un tierno relato que nos muestras hoy de Santiago E,la verdad es que cambiar algo tan hermoso como esas muñecas de porcelana por un libro con la portada de un unicornio no debería ser una gran botin para la madre, aunque si para Hina, cuya inocencia la empujará de nuevo a ese intercambio. Las perjudicadas? las muñecas que seguro que cuando nadie las veas dejaran aflorar sus lágrimas.
    Bueno ystävä os deseo un bonito finde y si os llueve disfrutad del dia tras los cristales.
    unos besotes para mi chica y una rascailla para el caballero, jajaja para ti tambien anda, no te enfurruñes, jajajaj
    Näkemiin

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    1. Hola chiquillo, es lo que tu dices que la inocencia de la niña le da valor a lo que mas le gusta a ella, y que si una vez le ha salido bien lo seguirá haciendo, aunque por lo que da a entender el relato no era la primera vez que se veían, las perjudicadas como ya se ve las pobrecillas de las muñecas que seguro como dices cuando no las vean dejaran que resbalen esas lagrimillas:)
      Eso esperamos que sea un buen finde y ojala que llueva, ya que estamos del calor que no te puedes hacer idea, hago tu reparto a tu chica y al caballero, y no no me enfurruño se que lo haces con cariño, aunque no se si para mi es una rascailla o un beso jeje, no se si has visto la foto que puse de tu chica en una entrada que hice cuando estuvisteis de vacaciones, si no la has visto ale búscala, si quieres claro:), venga pasar vosotros también un buen finde y disfrutarlo mucho, cuidaos.
      Un besote!!

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  2. Piruja:
    Una historia fantástica, donde una muñeca cobra vida y crece. Ya nunca será enajenada por el coleccionista, tiene vida propia y una madre.
    Pobres aquellas otras muñecas, dejadas de lado, como mercancía de cambio para momentos de felicidad de la inocente elegida.
    Es muy triste el destino de las dos pobres muñecas, que les espera -con seguridad- la falta de cariño y el encierro.
    Muy buena elección, Piruja.
    Un beso.

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    1. Hola Arturo, creo que tu has dado en el clavo de lo que quiere decir el autor, que ojo tienes amigo, así es pobres de las otras que son dejadas a la buena de dios, seguramente ese es el final de esas dos muñecas y creo que de muchas mas que llegaron antes y otras que lo harán después, muchas gracias por tus palabras Arturo y me alegro que te haya gustado.
      Besos.

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  3. Si parecería tierno pero al final ha sido horroroso el final de las muñecas. El tío ese seríael diablo ya la madre de Hina alguna de sus servidoras. Las muñecas no pueden ser otra cosa que almas en pago de alguna cosa. Jo me has puesto la carne de gallina. Quien sabe cuantos mercaderes de almas se esconden tras máscaras azules para ocultar su verdadero rostro. No te dejes engañar por ninguno muñeca jajajaa. Muchos besos.

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    1. Hola mago, ya lo creo que es horroroso el final de las muñecas y que también podía haber sido el de la niña, el tío ese el diablo y la madre una de sus servidoras? jeje, yo creo mago que la madre lo que quería era salvar a la niña de ese diablo y como tu dices las muñecas era el pago para que no la tocase, siento que un valentón como tu que no le teme a las brujillas se te haya puesto la carne de gallina:), pues prepárate que tengo alguno mas por hay preparados que ya veras jejeje
      En lo que si coincido contigo es en lo de los mercaderes de almas y quien sabe que mas, que se esconden tras las mascaras, unas imaginarias y otras que a todas claras se les ve puestas.
      Tranquilo muñeco que no me dejo engañar jajaja, como eres jaja.
      Mas besos para ti:)

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  4. Las muñecas dan un poco de miedo. Parecen modelos y si pudiesen hablar dirían candelabro y que Confucio inventó la confusión, aunque ahí no estuvo muy desencaminada, confundió a todos los chinos :)

    Un abrazo.

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    1. Hola paisanete, dan miedo las muñecas?, pues yo las veo guapas y me gustan, tu si que estas confundio jejeje, pos no se si confundió a todos los chinos, lo que si se, que el que esta super confundio es un manchego que le tengo mucho cariño:)
      Grrrrrrrrrrrr

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  5. Ufff que siniestro relato. Por un momento pensé que las muñecas eran un recurso literario, pero en realidad eran niñas. ¡Dime que son muñecas, por favor!
    Besazo

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    1. Hola dolega, un poquillo siniestro si es, pero solo un poquillo que si no no duermo:), pues amiga, me parece que pensamos lo mismo, yo al terminar de leerlo también me quede con esa duda, asique....
      Otro besazo!!

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  6. Sabes la pasión que tengo yo por las muñecas, así que casi no me podía imaginar estar cambiando una de mis muñecas por un libro o cualquier otra cosa, creo que, entiendo perfectamente a esa mujer que mira triste como ese hombre se las lleva, son sus recuerdos, es su vida,...

    Un besazo Piru, un relato muy hermoso.

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    1. Hola Tamara, se de la pasión que tienes por las muñecas y lo difícil que te resultaría cambiar una por algún libro por muy bonito que fuese, pero si tuvieses hijos creo que por ellos harías lo que hiciese falta, por eso la tristeza de la señora ya que lo hace por la hija, me alegro que te haya gustado, gracias:)
      Besos.

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  7. Piruja, ¡Que relato!, coincido con Arturo en su apreciación,además creo que los comentarios que te han dado son tanto o más fuertes que el relato.
    Gracias amiga, te dejo un abrazo.

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    1. Hola moli, me has echo gracia con lo de los comentarios son mas fuertes que el relato jejeje, te das cuenta las versiones que se sacan de la misma cosa?, el amigo Arturo tiene buen ojo:), las gracias a ti.
      Otro abrazo para ti

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  8. Ay, Piru, me he sentido un no sé qué muy parecido al miedo...

    Las muñecas cobraban vida...

    Eran el alimento del hombre para mantener la vida, un pacto diabólico??????

    No sé, lo que me ha mantenido un suspendo hasta el final.

    A esta hora, hoy creo no duermo bien.

    Abrazos y lindo sábado

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    1. Hola Mayra, si que es verdad que mantiene el suspenso hasta el final, y que si te das cuenta cada uno de nosotros hemos visto algo distinto y lo mismo a la vez, es raro eso pero es así, no tengas miedo al fin y al cabo es un relato y espero que hayas podido dormir bien, ya pondré alguno que esos si son de mucho miedo, entonces seré yo la que no duerma:), que tengas un buen finde Mayra, cuídate.
      Besos.

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  9. Creo que las muñecas son un trozo de la vida de Hina, una especie de trueque diabólico, en el que el malo, se conforma con las muñes, porque en ellas se refleja la angustia de Hina.

    Buffff...cosita me ha dao!

    Besotes Piru, buen finde.

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    1. Hola ion, bueno yo creo que la angustia de Hina no es la que se refleja en las muñecas, ya que la niña es feliz, lo que si se refleja en las muñecas digamos que es la angustia de la madre por saber el destino que les espera y mejor que sean las muñecas que no Hina, no pasa na mujer:)
      Buen finde también para ti.
      Besotes!!

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La vida no es esperar a que pase la tormenta..., es aprender a bailar bajo la lluvia.

Gracias a todos:)

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