domingo, 29 de diciembre de 2013

Feliz Año Nuevo!!





Cierra los ojos, piensa en todo lo que te hizo sonreír en el año que termina y olvídate de lo demás. Ojalá esas sonrisas se te multipliquen por miles.



Si la vida te da mil razones para llorar, demuestra que 

tienes mil y una para soñar. Haz de tu vida un sueño y de 

tu sueño una realidad.




Hoy os quería poner algo gracioso, tierno, sexy, dulce y 

muy entretenido. Pero lo siento, yo no entro por la 

pantalla del PC...., por eso os dejo con este vídeo:)

Feliz Año Nuevo 2014!!









Feliz año. Que todo el 2014 sea especial y por ello brindo. Y brindo por que estas fiestas nos traigan felicidad. Dambién brindo pod un prospeddo año duevo. Grindo dambien dor gue dengamosss buuuchos esitosss…. Y buidadiiinn gon da garretera, eeeh, buchachoooossss…. hip… ziii gebes nooo gonducag

Buuuchos bezosssssssssssssssss:)






miércoles, 25 de diciembre de 2013

El Espejo (Leyenda Japonesa)


Había una vez en Japón, hace muchos siglos, una pareja de esposos que tenía una niña. El hombre era un samurai, es decir, un caballero, no era rico y vivía del cultivo de un pequeño terreno. La esposa era una mujer modesta, tímida y silenciosa que cuando se encontraba entre extraños, no deseaba otra cosa que pasar inadvertida.

Un día es elegido un nuevo rey. El marido, como caballero que era, tuvo que ir a la capital para rendir homenaje al nuevo soberano. Su ausencia fue por poco tiempo, el buen hombre no veía la hora de dejar el esplendor de la Corte para regresar a su casa.

A la niña le llevó de regalo una muñeca, y a la mujer un espejo de bronce plateado (en aquellos tiempos los espejos eran de metal brillante, no de cristal como los nuestros). La mujer miró el espejo con gran maravilla: no los había visto nunca. Nadie jamás había llevado uno a aquel pueblo. Lo miró y, percibiendo reflejado el rostro sonriente, preguntó al marido con ingenuo estupor:

— ¿Quién es esta mujer?

El marido se puso a reír:

— ¡Pero cómo! ¿No te das cuenta de que este es tu rostro?

Un poco avergonzada de su propia ignorancia, la mujer no hizo otras preguntas, y guardó el espejo, considerándolo un objeto misterioso. Había entendido sólo una cosa: que aparecía su propia imagen.

Por muchos años, lo tuvo siempre escondido. Era un regalo de amor; y los regalos de amor son sagrados.

Su salud era delicada, frágil como una flor. Por este motivo la esposa desmejoró pronto, cuando se sintió próxima al final, tomó el espejo y se lo dio a su hija, diciéndole:

— Cuando no esté más sobre esta tierra, mira mañana y tarde en este espejo, y me verás. Después expiró. Y desde aquel día, mañana y tarde, la muchacha miraba el pequeño espejo.

Ingenua como la madre, a la cual se parecía tanto, no dudó jamás que el rostro reflejado en la chapa reluciente no fuese el de su madre. Hablaba a la adorada imagen, convencida de ser escuchada.

Un día el padre la sorprende mientras murmuraba al espejo palabras de ternura.

— ¿Qué haces, querida hija?, le pregunta.

— Miro a mamá. Fíjate, No se le ve pálida y cansada como cuando estaba enferma: parece más joven y sonriente.

Conmovido y enternecido el padre, sin quitar a su hija la ilusión, le dijo:

— Tú la encuentras en el espejo, como yo la hallo en ti.




sábado, 21 de diciembre de 2013

Papá Noel Despistado



Feliz Navidad para todos vosotros Amigos:)




Erase que se era
un Noel despistado
que también era Papá
y que repartía regalos.

Llegada la Navidad, 
observó horrorizado
que era hora de repartir
y tenía el pantalón reventado

En sus grandes posaderas,
justo en el medio del culo,
tenía un gran agujero
de casi un metro, calculo.

-¡Cielos que voy a hacer!
-exclamó preocupado.
¡No puedo ir por ahí
enseñando el calzón arrugado!

A toda prisa marchó
y entró en el supermercado.
Unos pantalones buscó
para cambiar el estropeado.

Pero no lo consiguió.
¡Se habían agotado!
-¡Que desesperación!
-exclamó muy angustiado.

Un cliente que lo oyó,
un cliente costurero,
sus servicios le ofreció
para sacarlo del enredo.

-Su pantalón es un desastre,
pero yo lo arreglaré.
Soy un muñeco de nieve
además del mejor sastre.

Así que Papa Noel 
quedó con las piernas al aire
mientras el muñeco de nieve
arreglaba aquel desastre.

-¡Imposible!- dijo el muñeco.
-Esta costura es muy grande.
Si no voy a mi taller
el trabajo se irá al traste.

Papa Noel y el muñeco
abandonaron el supermercado.
Para que no le vieran las piernas
iban los dos muy pegados.

¡Que extraña figura hacían!
Un muñeco y aquel santo,
caminando por la nieve
ocultándose de vez en cuando.

Quizás alguien los observaba,
ellos así lo pensaron.
Una sombra los miraba,
era una sombra muy seria 
y con un abrigo de lana.



Autor: Mila Oya

miércoles, 18 de diciembre de 2013

La Leyenda Del Árbol Del Amor



Foto de Karras
Caminante, detén sólo un momento tu laberíntico deambular y sígueme, te guiaré hasta un frondoso árbol siempre verde llamado, según unos Aralia Paperifer de origen europeo, y según otros Simporicarpium, de origen asiático, pero al que nosotros llamaremos con el nombre que le ha dado la leyenda, "Árbol del Amor". Es un árbol muy especial, perteneciente a una especie sumamente rara, tanto que se dice que no hay otro ejemplar en el continente americano, eso explica la confusión de quienes han tratado de identificarlo con alguna especie conocida, y si algún día en país exótico te topares con uno, te preguntarás si también encierra una singular historia de amor, como la que contara el afable custodio del convento de San Agustín.

Foto de Karras
En pleno centro de la ciudad de Zacatecas, a espaldas del portal de Rosales y frente al ex convento de San Agustín, encontrarás una plazoleta arbolada que otrora fuera un minúsculo jardín. Es la actual plazuela de Miguel Azua. En este apacible rincón se daban cita feligreses, vendedores y aguadores, en cuya cotidiana calma provinciana la prisa no tenía lugar y sí la vida y el calor humano. Ahí, regado con el vital líquido que le sustentaba y con las lágrimas derramadas en silencio por tres seres marcados por un destino común, se encuentra el árbol que fue testigo de sus amores.

Foto de Karras
En el pasado, el templo de San Agustín daba vida espiritual a este bello rincón de ensueño, propicio al atardecer para los enamorados. El aroma de exquisito incienso emanado del templo, al igual que las plegarias de los fieles, creaban una mística sensación sedante de descanso para el cuerpo y tranquilidad para el espíritu.

Allá por 1850, un francés llamado Philipe Rondé, con admiración se extasiaba mirando la artística fachada del templo que, sentado en el jardín, dibujaba día a día. Ese histórico dibujo es el único que se conserva del templo de San Agustín, que nos transmite un esbozo del pasado esplendor ornamental que poseyó, bárbaramente cercano a ciencia y paciencia de ignaro gobernante de principios de este siglo, en pleno porfiriato, ante la desesperación de un pueblo y sus dirigentes eclesiásticos. De nada sirvieron los amagos de excomunión frente a las amenazas de muerte dirigidas a presidiarios obligados a mutilar con cincel y marro la religiosa fachada.

Foto de Karras
Oralia, la hermosa jovencita de leyenda que dio origen al nombre con que popularmente se conoce al árbol, vivía en una de las señoriales casas que daban marco colonial al jardín. Con la lozanía de su edad, propicia para el primer amor, su cantarina risa contagiaba la alegría de vivir a todo lo que la rodeaba.

Era Juan un humilde pero risueño y noble barretero, que aun despierto soñaba encontrar la brillante veta de plata para ofrecérsela a Oralia, a quien amaba en silencio, mas al sentirla cerca la conciencia de su pobreza la alejaba como la más remota estrella.

Foto de Karras
Por las tardes, al salir de la mina, Juan se convertía en alegre y locuaz aguador, siempre acompañado del paciente burro al que recitaba sus improvisados versos de amor, caminando más de prisa con la dulce ilusión de contemplar a Oralia al entregarle el cristalino líquido, parte del cual era destinado de inmediato a regar las plantas del jardín y en especial el árbol que cuidaban con esmero. La juvenil Oralia sentía a su vez nacer un entrañable cariño, más allá de la amistad, por el locuaz aguador que por su parte día a día se ganaba también la estimación de las familias.

Mas sin saberlo Juanillo tenía un rival, que tras la etiqueta de la cortesía y modales refinados, conquistaba cada vez mayor campo en el corazón de Oralia, quien experimentaba la ruborosa turbación de sus encontrados sentimientos, ante la presencia de Pierre, aquel francés que la colmaba de atenciones.

Foto de Karras
El destino había traído precisamente a su casa al francés al ocurrir la ocupación por las tropas invasoras en 1864, y por cortesía las familias dispensaban un trato deferente al extranjero, eximiéndolo de responsabilidad por los actos de un gobierno al que debía obediencia. El francés, siempre impecable en sus modales y pulcro en el vestir, les visitaba no tanto por corresponder a la amabilidad de la familia, sino con la secreta esperanza de impresionar a Oralia, de quien se había enamorado.

Con el permiso de los padres, solían sentarse bajo la sombra del árbol que Oralia regaba y cuiaba, entonces la joven dejaba volar su imaginación al escuchar la descripción que de su patria le hacia Pierre. Juanillo sufría en silencio al contemplarlos juntos, incapaz de hacer nada para evitarlo, y al comprender la fatalidad de las barreras sociales que lo separaban de su amor, soñando siempre con encontrar la veta de plata que le ayudara a realizar sus sueños.

Foto de Karras
Trabajaba duro en minas abandonadas, soportando la fatiga; al final de la jornada, el agua de las minas limpiaba el polvo que cubría su piel, haciendo huir el cansancio, para dirigirse a con su fiel burrito a llenar sus botes del agua de la fuente y repartirla a las familias con quienes se había "amarchantado", cuidando de dejar al final la casa de Oralia para disponer de un poco más de tiempo en su compañía.

La simpatía del humilde enamorado hacía que Oralia lo esperara con impaciencia para que le ayudara a regar su árbol, como ya se había hecho costumbre. Al hacerlo, su regocijo se manifestaba en el lenguaje secreto de los enamorados; el árbol lo sabía y el susurro de sus hojas se confundía con el rumor de las risas de los jóvenes, mientras su follaje se inclinaba, en un intento de protegerlos de miradas indiscretas.

Foto de Karras
Dolía el corazón a Oralia cuando una tarde se encaminó hacia el templo. Postrada ante el altar, lloró en silencio al comparar dos mundos tan opuestos, su plegaria imploraba ayuda para tomar la decisión acertada en tan cruel dilema sentimental.

Al salir del templo y dirigirse a su casa sin haber logrado adoptar una resolución, se sentó en silencio bajo el árbol y el llanto volvió a sus ojos, su angustia provocaba la alteración del ritmo de los latidos de su corazón, cuando en su regazo cayó suavemente un racimo de cristalinas lágrimas que conmovido el árbol le ofrecía como amigo amoroso en su desconsuelo, y al contacto de sus tiernas manos, las lágrimas del árbol se convirtieron en un tupido racimo de blancas flores. Oralia recuperó la paz junto a su árbol y encontró el valor suficiente para decidirse por su barretero, sin importarle su humilde condición.

Foto de Karras
Al día siguiente, el francés se presentó puntual en la casona y con semblante aduso informó de su próxima partida de la ciudad y del país. Otros vientos políticos flotaban en la nación y era urgente su traslado a Francia. Se llevaba el corazón destrozado por verse obligado a abandonar el afecto que había encontrado, y la despedida le resultaba aún más amarga al saber que jamás volvería a ver a Oralia, quien lo despidió junto al árbol, ahora ya tranquila al comprender que había tomado la decisión más correcta de su vida.

Mientras tanto, en la profundidad de la mina donde había cifrado sus esperanzas, Juan vislumbraba un tenue brillo, tan sutil y huidizo como la ilusión, una corazonada hizo intuir al gambusino la veta que buscaba, y con nuevos bríos continuó excavando con su barreta la dura roca que aún se resistía a entregar al imberbe joven su argentífera savia.

Foto de Karras
Al día siguiente, al llegar con el agua, Oralia lo notó más alegre y locuaz que de costumbre, no se pudo contener y al verlo tan feliz y sin pensarlo le estampó un impetuoso beso junto al Árbol del Amor que regaban ahora entre risas. Juan ni de su rica veta de plata se acordó, y olvidó completamente el discurso que toda la noche había ensayado, al ver caer racimos de flores blancas del árbol, que así compartía la culminación de tan bello idilio en aquel tranquilo jardín, hoy plazuela de Miguel Auza frente al ex templo de San Agustín.

Desde entonces, las parejas de enamorados consideran de buena suerte refugiarse bajo las ramas del Árbol del Amor, para favorecer la duracion de su romance.



domingo, 15 de diciembre de 2013

La Mariposa Blanca ( Leyenda Japonesa)


Un anciano llamado Takahama vivía en una casita detrás del cementerio del templo de Sozanji, él era extremadamente amable y querido por sus vecinos, aunque la mayoría de ellos lo consideraban un poco loco, ya que su locura al parecer se basaba en el hecho de que nunca se había casado o tenido contacto íntimo con una mujer.

Un día de verano se puso muy enfermo, tan enfermo que envió en busca de su hermana y su hijo, ambos llegaron e hicieron todo lo posible para brindarle comodidad durante sus últimas horas, pero mientras observaban a Takahama que se quedaba dormido, una gran mariposa blanca voló en la habitación y se apoyó en la almohada del anciano.

El hijo trató de alejarla con un ventilador, pero regresó tres veces, como resistiéndose a dejar al enfermo, luego la mariposa perseguida por el niño se alejo al jardín y de allí al cementerio, para posarse sobre la tumba de una mujer y luego desaparecer misteriosamente.

Al examinar la tumba el joven leyó el nombre de "Akiko" escrito en ella, junto con una descripción que narraba cómo había muerto cuando tenía dieciocho años y a pesar de que la tumba estaba cubierta de musgo ya que tenía cincuenta años, el muchacho observó que estaba rodeada de flores.

Cuando el joven regresó a la casa se encontró con que Takahama había fallecido, se dirigió a su madre y le contó lo que había visto en el cementerio, "Akiko?" murmuró su madre y le dijo; "cuando su tío era joven se iba a desposar con ella, pero Akiko murió de tuberculosis poco antes de su boda, por ello tu tío nunca quiso casarse y decidió vivir siempre cerca de su tumba”.

Durante todos estos años se había mantenido fiel a su voto, manteniendo en su corazón todos los dulces recuerdos de su único amor, por ello cada día Takahama fue al cementerio y oraba por su felicidad, dejando flores en su tumba, pero cuando Takahama enfermó y ya no podía realizar su tarea amorosa, Akiko en forma de una mariposa blanca se hacia presente para acompañarlo y ahora han vuelto a reunirse, para estar juntos por toda la eternidad.




miércoles, 11 de diciembre de 2013

Héroes del Silencio


Hola amigos, hoy os hablo de un grupo que este si la mayoría de sus canciones me gustan:), es otro de los grupos de la época dorada de nuestro país, os hablo de Héroes del Silencio, cuesta coger una canción favorita de ellos pero la mía es "Maldito Duende":), luego tengo otra con Bunbury su cantante, ya separado de Héroes que la canta junto a Jaime Urrutia que también me gusta mucho "Nada por aquí" , aunque Enrique Bunbury en su carrera en solitario no me gusta:)

Héroes del Silencio se formó en Zaragoza a mediados de la década de los ochenta, protagonista de uno de los fenómenos musicales más importantes de los últimos años. El nombre surgió por casualidad, cuando se dirigían con su primera maqueta a las instalaciones de Radio Zaragoza para promocionarla, y aún no habían decidido cómo iban a llamarse. Entonces, uno de ellos sugirió "Héroes del Silencio" y al resto les gustó la idea, quedando como nombre definitivo de la formación. La pasión despertada entre sus seguidores y un prestigio creciente más allá del país les convirtió, hasta su disolución a mediados de 1996, en la banda de rock española más importante de las dos últimas décadas. Pese a las críticas recibidas por parte de la prensa especializada, que los acusaba de banales y pretenciosos, comparando la actitud de su cantante Enrique Bunbury con una mala copia de Jim Morrison (The Doors), la aceptación de un amplio sector juvenil (admirador de sus directos y de la ambigüedad de las letras de sus canciones) convirtió a Héroes del Silencio en el grupo revelación del momento.

Desde pequeño, Juan Valdivia estuvo introducido en el mundo de la música ya que su padre era un gran amante de este arte. Con 10 ó 12 años comenzó a tocar la guitarra clásica, cuando marchó a Zaragoza se compró su primera guitarra eléctrica, una «Stagg» modelo «Stratocaster» japonesa. Acompañado de su hermano Pedro Valdivia (batería) y algunos amigos montó el grupo que sería la semilla de Héroes, Zumo de Vidrio. En uno de los cambios de formación que sufrió Zumo de Vidrio entró Enrique Ortiz de Landázuri Izardui (más tarde se le conocería por Enrique Bunbury) para sustituir al bajista que se había marchado. Enrique, que tocaba el bajo, probó a cantar un tema de David Bowie y Juan vio que la voz de su compañero podría encajar perfectamente en el tipo de música que él quería hacer. Posteriormente Pedro se fue a estudiar y dejó el grupo, su sustituto se llamaba Pedro Andreu. También hubo más cambios ya que Enrique quería dejar el bajo para tener más soltura en el escenario a la hora de cantar y dieron con un bajista llamado Joaquín Cardiel.


 En 1986, ya como Héroes del Silencio afrontaron sus primeros retos: consiguieron ganar la fase regional del Festival de Benidorm, y quedaron finalistas del concurso "Nuevo Pop Español" de Radiocadena Española, en cuya final, celebrada en Salamanca, comenzaron a ser seguidos por ejecutivos discográficos, además de despuntar ese año en las Fiestas del Pilar. Tras ser teloneros de grupos como Alphaville, La Unión y El Último de la Fila, Gustavo Montesano (productor y guitarrista de Olé Olé) acudió a Zaragoza para verlos en directo. El grupo causó una gran impresión a Montesano, que inmediatamente se lo recomendó a la multinacional EMI.

En 1987, el recelo de la discográfica con el nuevo grupo le llevó a ofrecerles comenzar con un EP de cuatro temas, y grabaron "Héroes del Silencio". El disco alcanzó las 30.000 copias vendidas, lo que supuso un récord de ventas para un maxi de debut en España.

En 1988, tras el éxito conseguido, EMI decidió lanzar el primer LP de Héroes, "El mar no cesa", vendió 150.000 copias, alcanzando el Disco de platino. Después, la banda comenzó la Gira El mar no cesa, bien promocionada por la discográfica, y en la que confirmó su potente directo. En un concierto de la gira, en Calatayud, los vio actuar el productor Phil Manzanera, ex miembro de Roxy Music, a quien le causaron muy buena impresión. Manzanera, convencido de su potencial, se ofreció para producirles un nuevo álbum.

En 1990, volvieron al estudio para grabar su segundo disco: "Senderos de traición". La grabación se llevó a cabo entre Madrid y Londres, algunos temas ya habían sido presentados durante la Gira El mar no cesa, y otros como "Decadencia" y "El cuadro II", que ya hacía tiempo que habían sido compuestos, fueron mejorados para su inclusión en el disco. Éste resultó ser un conjunto de canciones potentes y emocionales que mostraron el progreso experimentado por el grupo, con temas como "Entre dos tierras" y "Maldito duende". Durante la realización del álbum, grabaron también la versión en inglés de los temas "Entre dos tierras" y "Maldito duende", pero al final decidieron no publicarlas y quedarse con las grabaciones.

La crítica los comparó en esa época con The Mission, al tener puntos en común con los británicos como el tipo de arpegios, las letras crípticas, la sonoridad en general, la estética y la simbología.

Años después, Bunbury consideró esta etapa la cumbre de Héroes, su momento de oro. En dos semanas, el álbum se colocó en el número uno de ventas en España con unas 400.000 copias vendidas. En 1991 pusieron en marcha la gira Tour Senda, que incluyó 140 conciertos por todo el país y culminó con una minigira por Alemania, Suiza, Bélgica y Francia. El año 1992 lo dedicaron a la toma de contacto con el público europeo, actuando en 54 conciertos por varios países del continente, en una gira sufragada con las ganancias de los conciertos en España. Ese mismo año dieron sus primeros conciertos en México, el año de las celebraciones del V Centenario, lo que provocó según Bunbury un ambiente hostil que convirtió los conciertos en mera anécdota. Durante esa gira, que duró dos semanas, conocieron al guitarrista Alan Boguslavsky, que más tarde se convirtió en miembro del grupo como segunda guitarra

En 1993, volvieron al estudio de grabación para registrar lo que sería su tercer álbum de estudio, "El espíritu del vino", que contó también con la producción de Phil Manzanera. La grabación se llevó a cabo en los estudios Metrópolis de Londres. Fue el álbum más complejo y extenso de la banda, en el que las letras de Enrique se volvieron más enigmáticas. Formaron parte del álbum canciones que pasarían a formar parte de su repertorio más conocido, como "Nuestros nombres" o "La sirena varada", fue publicado de forma simultánea para toda Europa.
Nada más publicarse el disco, se embarcaron en la gira El Camino del Exceso, que les llevaría por Europa y América con un total de 134 conciertos. Es de reseñar que el 20 de julio la banda fue recibida en audiencia por el Príncipe Felipe, que se había declarado seguidor del grupo, como reconocimiento a su difusión del idioma castellano por el mundo. El encuentro tuvo su punto de polémica cuando Enrique, a la salida de la recepción, se declaró ante la prensa antimonárquico.

También es el año de su eclosión internacional. Este hecho comenzó con su intervención en un festival en Berlín contra el racismo que ratificó su éxito en Alemania, donde el álbum vendió 250.000 copias y fue n.º 1 de ventas, al igual que en España, México y Suiza. A su difusión contribuyó la emisión de sus vídeos musicales para todo el continente a través de la cadena musical MTV. El tour incluyó también una gira de dos meses en Iberoamérica, con 26 conciertos en México, Chile y Argentina. Tras la prolongada gira, que culminó con cinco festivales en Alemania y Finlandia en 1994, el grupo se tomó vacaciones. Como posteriormente reconocieron, los excesos y lo prolongado de la gira habían dañado seriamente la cohesión de la banda y habían provocado una profunda crisis interna.

Como forma de superar la crisis, los cuatro músicos buscaron la espiritualidad y la relajación concentrándose durante dos meses del otoño de 1994 en un enclave aislado del Pirineo aragonés. Allí discutieron su futuro, buscaron soluciones y planificaron su próximo disco. Una de las decisiones tomadas fue el cambio de productor, con el fin de dar un giro a su proyecto, que también incluyó los cambios de mánager y diseñador gráfico. Se pusieron en manos del prestigioso Bob Ezrin, productor de grandes álbumes de Pink Floyd, Alice Cooper, Lou Reed y Kiss, entre otros.

En 1995, salió a la venta simultáneamente en 26 países el cuarto álbum de estudio de la banda: "Avalancha", considerado su álbum más roquero, con guitarras poderosas y una gran producción. El disco fue un rotundo éxito de ventas, alcanzando las 200.000 copias vendidas. El Tour Avalancha fue una macrogira que, desde julio de 1995 hasta octubre de 1996, les llevó a dar 152 conciertos entre Europa y América. La convivencia durante la misma tuvo momentos difíciles, y el cansancio acabó acrecentando los conflictos internos en la formación.
Durante su desarrollo, Bunbury comenzó por su cuenta la composición y grabación de nuevos temas, dejando entrever que su futuro estaba ya lejos de Héroes. Su último concierto, celebrado en la ciudad de Los Ángeles el 6 de octubre de 1996, resultó muy accidentado, y se vieron obligados a suspenderlo al poco de su inicio, al comenzar el público a lanzar objetos a los músicos, en respuesta a unas presuntas declaraciones de Enrique, que no dejaban muy bien paradas a las mujeres mexicanas. Antes de concluir la gira, y en una rueda de prensa celebrada en Lima, Héroes del Silencio comunicaron su separación temporal.

En 1998, La banda aún tenía contrato en vigor con la discográfica, lo que le comprometía a publicar cinco discos más. Así, en 1998 salió a la venta "Rarezas", un álbum con versiones inéditas de algunos temas, remezclas, y temas que sólo habían sido incluidos en sencillos. EMI publicaría otros cuatro nuevos trabajos, con material antiguo, temas reinterpretados o incluyendo DVD de conciertos, además de reeditar los cuatro discos de estudio de Héroes.

Por su parte, los miembros del grupo, afrontaron nuevos proyectos musicales. Bunbury inició su exitosa carrera en solitario.
Alan Boguslavsky colaboró en el primer álbum en solitario de Bunbury, y después formó su propio grupo, Bogusflow, con músicos del entorno de Héroes como Copi Corellano, pero el grupo se disolvió en 2001.
Juan Valdivia colaboró con su hermano Gonzalo en algunos proyectos, e incluso lanzó su propio álbum, Trigonometralla, en 2001.
Pedro Andreu se embarcó en nuevos proyectos musicales, como Puravida y DAB, que no tuvieron mucha repercusión.
Joaquín Cardiel, por su parte, se alejó del panorama musical y realizó algunos viajes para conocer en primera persona el mundo de los indios americanos que tanto le cautivaba.

En 2007, A los diez años de su separación, se les planteó la posibilidad de realizar una gira de despedida como homenaje a sus seguidores, y como forma de cerrar brillantemente la trayectoria del grupo. En algunos medios se calificó la oferta económica que se les realizó como irresistible.
Las entradas se pusieron a la venta con meses de antelación para evitar problemas de última hora, a través de cajeros automáticos y tiendas de discos, pero su demanda desbordó todas las previsiones. Para los conciertos de Sevilla, Zaragoza y México D. F. se vendieron en tiempo récord. Hubo gente a las puertas de las tiendas 24 horas antes, y también se produjo el colapso en cajeros automáticos y en la web, donde también se vendían. Como culminación, en el concierto que cerraba la gira en Valencia, y como consecuencia de una mala previsión, se produjo un caos circulatorio durante más de cuatro horas, además de 20 km de retenciones que imposibilitaron el acceso a miles de seguidores.
Tras finalizar la gira, Bunbury confirmó el final definitivo de la banda y declaró que continuaría su carrera en solitario.

Héroes del Silencio han estado siempre rodeados de una simbología muy cuidada y particular, diseñada desde su primer álbum por el Estudio Pedro Delgado, de Madrid, que ya había trabajado para varios artistas españoles. Ya en su primer disco, El mar no cesa, diseñó para su portada el escudo con dos dragones unidos formando una "H" que tuvo muy buena acogida y, ligeramente modificado, sirvió de emblema del grupo para el disco siguiente.
Con El espíritu del vino, además de un giro musical, se apreció también un giro en su imagen y la del disco. El estudio de diseño adaptó las ideas del grupo al cuadernillo del álbum. Se creó un monograma para cada tema, relacionado con el mismo pero obviando su significado, y un símbolo representativo de cada miembro del grupo (aunque éstos ya habían sido utilizados en Senda). La principal novedad fue la imagen representativa de la banda, consistente en una "H" y una "S" superpuestas que se convertiría en su logotipo definitivo. En Avalancha se utilizó este mismo símbolo retocado, y en posteriores trabajos fue utilizado como imagen genérica de Héroes del Silencio.


Hasta aquí su historia mas o menos, os dejo con algunas de sus canciones, gracias por llegar hasta aquí:)














domingo, 8 de diciembre de 2013

La leyenda del Colibrí ( Leyenda guaraní )


Desde hace tiempo, los más viejos de la tribu cuentan la trágica historia del amor de dos jóvenes.
La bella Flor, morena, esbelta y de grandes ojos negros, estaba enamorada de Ágil, un joven inquieto, apasionado, juntos solían pasear al atardecer por un bosquecillo cercano, a la orilla de un arroyo impetuoso y juguetón. Pero como los enamorados pertenecían a dos tribus enemigas, se veían poco, pues debían mantener su amor en secreto.

Un día, sucedió lo que tanto temían: unos familiares de la joven descubrieron el romance y lo comentaron al jefe de la tribu. Desde esa tarde, Flor tuvo prohibido volver al lugar de los encuentros.
Pasaron los días. Una y otra vez, Ágil la buscó sin hallarla en la penumbra suave y tibia del bosque hasta que la Luna, apenada por su dolor, le contó lo que había sucedido y agregó:

–Ayer he visto otra vez a Flor, muy angustiada, lloraba amargamente pues está desesperada.

Quieren que se case con un hombre de su tribu y ella se ha negado. El dios Tupá escuchó su lamento y se apiadó de su dolor, mi amigo el Viento me contó que Tupá la transformó en una flor.
–¿En una flor? Dime, ¿en qué clase de flor? ¿Cómo puedo encontrarla?
–¡Ay, amigo! No puedo decírtelo porque no lo sé… –respondió la Luna.

El muchacho palideció y solicitó la ayuda de su dios:
–¡Tupá, tengo que encontrarla! Sé que en los pétalos de Flor reconoceré el sabor de sus besos. ¡Ayúdame a dar con ella!

Ante el asombro de la Luna, el cuerpo de Ágil fue disminuyendo cada vez más. Se hizo pequeño, pequeño, hasta quedar convertido en un pájaro delicado y frágil de muchos colores, que salió volando rápidamente. Era un colibrí.

Desde entonces, el novio triste pasa sus días recorriendo las ramas floridas y besa apresuradamente los labios de las flores, buscando una, sólo una.

Desde hace tiempo, los más viejos de la tribu cuentan también que todavía no la ha encontrado…





jueves, 5 de diciembre de 2013

La leyenda de la Princesa de las Nubes


Nacido en buena familia, Daye era un niño guapo y muy inteligente. Cuando tenía diecisiete años se convirtió en el joven más solicitado de su pueblo. Venían los casamenteros casi todos los días para recomendarle chicas guapas de buena familia. Pero sus padres los rechazaron tajantemente, porque el padre de Daye había tenido un sueño, en el que un viejo inmortal le anunció que su hijo tenía que casarse con la Princesa de las Nubes. Pasaron dos años, al ver que no venía la anunciada novia de su hijo, los padres se ponían cada vez más nerviosos, porque ningún casamentero volvió a pisar su casa. Se arrepintieron de no haber escogido una chica de buena familia para su hijo.

Un día, cuando Daye estaba leyendo en su estudio, súbitamente una agradable fragancia le llamó la atención. Levantó la cabeza y vio a una joven bellísima entrando por su puerta. Varias criadas vestidas con fina seda y de buen porte le seguían el paso. Enseguida, su estudio se perfumó de un aroma embriagador y se iluminó con la extraordinaria presencia femenina.

El joven quedó totalmente sorprendido de la extraordinaria aparición de la bellísima y elegante dama en su casa. Se puso sonrojado y un poco cohibido, pero acertó a decir algo que podía encajar en esa situación:

—¡Dichosos ojos que ven la hermosura que ennoblece mi casa! La bella visitante sonrió dulcemente, tapándose los dientes de perlas con la larga manga de seda. En eso, una de las criadas dijo:

—La dama es la Princesa de las Nubes. Venimos de la Residencia Celestial.

Daye se quedó casi anonadado con la súbita aparición de la Princesa tan largamente esperada. Hechizado por la belleza de la lindísima mujer, se quedó en el acto enamorado. Pero la emoción le robó las palabras. Por rubor, la joven tampoco encontraba de momento tema de conversación. Los dos se quedaron durante un buen rato, que se interrumpió afortunadamente con la intervención de una criada inteligente, quien puso entre los dos un tablero de damas chinas.

Nunca antes Daye había perdido una partida en el pueblo, pero hoy no podía ganar de ninguna manera a la Princesa de las Nubes. Antes de despedirse, la bella mujer le dejó mil monedas de oro para que construyera una casa, y quedaron en verse cuando estuviese concluida la obra. La Princesa se fue, dejando en el joven enamorado una viva añoranza.

Antes de que pasaran dos meses, la nueva casa quedó construida y amueblada. Esa misma noche se presentó misteriosamente la princesa. El joven le pidió la mano, pero la princesa le dijo:

—Si nos casamos, podemos vivir juntos sólo seis años. En cambio, podemos ser amigos durante treinta años. Tienes que elegir.

—Vamos a casarnos primero dijo Daye—, luego veremos lo que se puede hacer después.

Esa misma noche se casaron. Vivieron seis años juntos impregnados de felicidad. Tuvieron un hijo y una hija. Parecía que iban a vivir toda la vida felices, hasta el punto que Daye perdió la noción del tiempo y olvidó la separación anunciada. Un buen día desapareció misteriosamente la Princesa de las Nubes. Daye se acordó repentinamente de que ese día se cumplía el sexto aniversario de su matrimonio y comprendió que toda opción inevitablemente comporta una renuncia.


Autor: Desconocido.

domingo, 1 de diciembre de 2013

El Hombre que veía pasar los Trenes.


Cada tarde, después de tomarse el café con mucha espuma que tanto le gustaba, se marchaba a la estación de tren, y se sentaba allí, a la sombra de las marquesinas de hierro de los andenes, esperando no sabía qué, tal vez que se abriera una puerta que le permitiera escapar, acaso una bocanada de aire nuevo que le ventilase ese espíritu suyo que se había ido fraguando en las preocupaciones de cada día, en una sorda amargura que le corroía el interior y le mordía las entrañas con la misma falta de piedad con la que una manada de lobos despedazaría a un cordero herido.

En medio del trajín de la estación descansaba un rato, dejaba que su cabeza volara, se olvidaba de los fantasmas que lo habitaban y soñaba con que de uno de esos trenes se bajara una mujer en blanco y negro, resuelta y de una belleza lánguida, como la Lauren Bacall o la Ingrid Bergman de las películas que tanto le gustaban, y que fuera a buscarlo para regalarle una mirada, tal vez un beso furtivo, acaso una invitación a subir al vagón de cola, desde el que divisar paisajes nuevos, horizontes sucedidos en el recuadro de la ventanilla con la velocidad de lo que siempre es nunca. Llegaban puntuales los trenes por el este, como lentas orugas gigantes que arrastran un cargamento de polen robado en el último minuto de vida de una flor, pero nunca traían lo que él esperaba. Nunca llegaban con otros futuros que no fueran los futuros imposibles, su cargamento era siempre una suma de palabras negadas y de sobres vacíos.

Y lo que comenzó siendo una ocupación de cada tarde acabó convirtiéndose en una obsesión, y mes a mes fueron creciendo las horas que pasaba en la estación. Sentado, viendo pasar los trenes, observando los ancianos que llegaban a los andenes arrastrando sus maletas, contemplando a las adolescentes que al terminar el llegar del viaje se echan en brazos de sus amantes y los besan con la fuerza de todo lo que se reivindica puro y necesario, sintiendo la risa de los niños o la premura de las madres para no llegar tarde a la hora de salida fijada en el billete que apretaban en la otra mano.

Allí, construía las vidas imaginarias de todas esas personas que para él eran personajes de una gran novela sin escribir, llegó a distinguir a los que caminan por el andén con las manos engarrotadas de los que por apurar la despedida con alguien que se quiere y se necesita mucho tenían que correr y subirse al vagón cuando ya el tren había arrancado, pero también le daba contenido a las personas que sólo veía fugazmente, a través de la ventanilla, las que no se bajaban en esa estación y continuaban su viaje, esas personas que cuando el tren llegaba levantaban furtivamente la cabeza del libro o la revista que venían leyendo y contemplaban la vida desbordada de los pasajeros y de los revisores, personas que alguna vez habían cruzado con él la mirada rápida que pronto, muy pronto, tal vez avergonzada o asustada por la ansiedad que habitaba en sus ojos sin fondo, había vuelto a posarse en las largas frases de Proust o a los versos de algún poeta sin lectores.

Ninguno de esos trenes era su tren, todos partían sin que él pudiera subirse al vagón arrastrando la maleta en la que tenía planchados y doblados los veranos de la infancia, alguna tarde de enero que había estado siempre arrugada en el fondo de un bolsillo de sus pantalones vaqueros, un puñado de libros y un rosario de discos de Bach. Soñaba siempre con que llegase un tren con su nombre que lo llevase hasta Venecia, para simplemente asomarse a una ventana gótica desde la que ver pasar las góndolas, que a él, al pensarlas mecidas por las aguas densas, duras, de la laguna, se le figuraban algo tan frágil y quebradizo como una mariposa que vuela bordeando el círculo avariento de las hogueras.


Autor: Desconocido.