jueves, 20 de marzo de 2014

NUEVO BLOG



Hola amigos, quiero deciros que desde hace un tiempo he tenido muchos problemas con el blog, no se por que, algunas veces salia publicidad sin saber el por que, o musica y anuncios también así por las buenas, hasta hace unos días en que me empezó a salir que tenia un Software malicioso y me bloqueaba el entrar al blog, así que con estos problemas y con mucha pena he decidido abrir otro blog esperando si queréis seguir acompañándome ya que sin vosotros no es lo mismo, en este blog si no pasa nada ya no publicare mas, para ver las nuevas actualizaciones tendréis que eliminar el blog viejo de vuestros favoritos y poner el nuevo, si no no os saldrá nada del nuevo blog, la nueva dirección es esta:

http://piruja56.blogspot.com.es/


me seguís acompañando en la nueva andadura?, os espero a todos, gracias y perdonar las molestias que os pueda ocasionar, os espero:)

Muchos besos:)


Leyenda de la flor Pasionaria


Foto de Karras
Mburukujá era una hermosa doncella española que había llegado a las tierras de los Guaraníes acompañando a su padre, un capitán del ejercito de la Corona. Mburukujá no era su nombre cristiano, sino el tierno apodo que le había dado un aborigen guaraní a quien ella amaba en secreto y con el que se encontraba a escondidas, ya que su padre jamás habría aprobado tal relación. En realidad, su padre ya había decidido que ella desposara a un capitán a quién el creía digno de obtener la mano de su única hija.

Cuando le revelaron los planes de matrimonio, la joven suplicó que no la condenaran a consumirse junto a un hombre a quien no amaba, pero sus ruegos solamente lograron encender la cólera de su padre. La doncella lloró desconsolada, tratando de conmover el inflexible corazón de su padre, pero el viejo capitán no sólo confirmó su decisión sino que además le informó que debería permanecer confinada en la casa hasta que se celebrara boda.

Foto de Karras
Mburukujá debió contentarse con ver a su amado desde la ventana de su habitación, ya que no estaba autorizada a salir a los jardines por la noche y difícilmente lograba burlar la vigilancia paterna. Sin embargo, envió a una criada de su confianza para que lo informara sobre su triste futuro. El joven indio no se resignó a perder a su amada, y todas las noches se acercaba a la casa intentando verla. Durante horas vigilaba el lugar, y sólo cuando se percataba de que los primeros rayos del sol podían delatar su posición se retiraba con su corazón triste, aunque no sin antes tocar una melancólica melodía en su flauta.

Mburukujá no podía verlo, pero esos sonidos llegaban hasta sus oídos y la llenaban de alegría, ya que confirmaban que el amor entre ambos seguía tan vivo como siempre. Pero una mañana ya no fue arrullada por los agudos sones de la flauta. En vano esperó noche tras noche la vuelta de su amado. Imaginó que el joven indio podría estar herido en la selva, o que tal vez había sido víctima de alguna fiera, pero no se resignaba a creer que hubiese olvidado su amor por ella.

Foto de Karras
La dulce niña se sumió en la tristeza. Su piel, otrora blanca y brillante como las primeras nieves, se volvió gris y opaca, y sus ojos ya no destellaron con hermosos brillos violáceos. Sus rojos labios, que antes solían sonreír, se cerraron en una triste mueca para que nadie pudiera enterarse de su pena de amor. Sin embargo, permaneció sentada frente a su ventana, soñando con ver aparecer algún día a su amante. Luego de varios días vio entre los matorrales cercanos la figura de una vieja india. Era la madre de su enamorado, quien acercándose a la ventana le contó que el joven había sido asesinado por el capitán, quien había descubierto el oculto romance de su hija. Mburukujá pareció recobrar sus fuerzas, y escapándose por la ventana siguió a la anciana hasta el lugar donde reposaba el cuerpo de su amado.

Enloquecida por el dolor cavó una fosa con sus propias manos, y luego de depositar en ella el cuerpo de su amado confesó a la vieja india que terminaría con su propia vida ya que había perdido lo único que la ataba a este mundo. Tomó una de las flechas de su amado, y luego de pedirle a la mujer que una vez que todo estuviera consumado cubriera sus tumbas y los dejara descansar eternamente juntos, la clavó en medio de su pecho. Mburukujá se desplomó junto al cuerpo de aquel que en vida había amado.

Foto de Karras
La anciana observó sorprendida como las plumas adheridas a la flecha comenzaban a transformarse en una extraña flor que brotaba del corazón de Mburukujá, pero cumplió con su promesa y cubrió la tumba de los jóvenes amantes. No pasó mucho tiempo antes de que los indios que recorrían la zona comenzaran a hablar de una extraña planta que nunca antes habían visto, y cuyas flores se cierran por la noche y se abren con los primeros rayos del sol, como si el nuevo día le diera vida, una flor que bautizaron como 'la pasionaria'

Nota: Los jesuitas, identificaron la flor del mburucuyá con los atributos de la pasión cristiana: la corona de espinas, los tres clavos, las cinco llagas y las cuerdas con que ataron al Jesús en el Calvario. Y en los rojos e irregulares frutos, los religiosos creyeron ver las gotas coaguladas de la sangre de Cristo. Esta flor tan singular, se cierra como si se marchitara al ponerse el sol, y se abre cobrando su brillo natural cuando amanece.


Autor: Desconocido.

domingo, 16 de marzo de 2014

Cuando me volví invisible...


Ya no sé en qué fecha estamos. En casa no hay calendarios y en mi memoria los hechos están hechos una maraña. Me acuerdo de aquellos calendarios grandes, unos primores, ilustrados con imágenes de los santos que colgábamos al lado del tocador. Ya no hay nada de eso. Todas las cosas antiguas han ido desapareciendo. Y yo también me fui borrando sin que nadie se diera cuenta.

Primero me cambiaron de alcoba, pues la familia creció. Después me pasaron a otra más pequeña aun acompañada de mis biznietas. Ahora ocupo el desván, el que está en el patio de atrás. Prometieron cambiarle el vidrio roto de la ventana, pero se les olvido, y todas las noches por allí se cuela un airecito helado que aumenta mis dolores reumáticos.

Desde hace mucho tiempo tenía intención de escribir, pero me pasaba semanas buscando un lápiz. Y cuando al fin lo encontraba, yo misma volvía a olvidar donde lo había puesto. A mis años las cosas se pierden fácilmente claro, no es una enfermedad de ellas, de las cosas, porque estoy segura de tenerlas, pero siempre se desaparecen.

La otra tarde caí en cuenta que mi voz también ha desparecido. Cuando les hablo a mis nietos o a mis hijos no me contestan. Todos hablan sin mirarme, como si yo no estuviera con ellos, escuchando atenta lo que dicen. A veces intervengo en la conversación, segura de que lo que voy a decirles no se le ha ocurrido a ninguno, y de que les va a servir de mucho mis consejos. Pero no me oyen, no me miran, no me responden. Entonces llena de tristeza me retiro a mi cuarto antes de terminar de tomar mi taza de café. Lo hago así, de pronto, para que comprendan que estoy enojada, para que se den cuenta que me han ofendido y vengan a buscarme y me pidan perdón…. Pero nadie viene.

El otro día les dije que cuando me muera entonces si me iban a extrañar. Mi nieto más pequeño dijo “¿Estás viva abuela? “. Les cayó tan en gracia, que no paraban de reír. Tres días estuve llorando en mi cuarto, hasta que una mañana entro uno de los muchachos a sacar unas llantas viejas y ni los buenos días me dio. Fue entonces cuando me convencí de que soy invisible, me paro en medio de la sala para ver si aunque sea estorbo, me miran, pero mi hija sigue barriendo sin tocarme, los niños corren a mi alrededor, de uno a otro lado, sin tropezare conmigo.

Cuando mi yerno se enfermó, pensé tener la oportunidad de serle útil, le llevé un te especial que yo misma preparé. Se lo puse en la mesita y me senté a esperar que se lo tomara, solo que estaba viendo televisión y ni un parpadeo me indicó que se daba cuenta de mi presencia. El te poco a poco se fue enfriando……y mi corazón con él.

Un día se alborotaron los niños, y me vinieron a decir que al día siguiente nos iríamos todos a pasar el día de campo. Me puse muy contenta. ¡Hacia tanto tiempo que no salía y menos al campo! El sábado fui la primera en levantarme. Quise arreglar las cosas con calma. Los viejos tardamos mucho en hacer cualquier cosa, así que me tome mi tiempo para no retrasarlos. Al rato entraban y salían de la casa corriendo y echaban las bolsas y juguetes al coche. Yo ya estaba lista y muy alegre, me paré en el zaguán a esperarlos. Cuando arrancaron y el auto desapareció envuelto en bullicio, comprendí que yo no estaba invitada, tal vez porque no cabía en el auto. O porque mis pasos tan lentos impedirían que todos los demás corretearan a su gusto por el bosque. Sentí  como mi corazón se encogía, la barbilla me temblaba como cuando uno se aguanta las ganas de llorar.

Yo los entiendo, ellos si hacen cosas importantes. Ríen, gritan, sueñan, Lloran, se abrazan, se besan. Y yo, ya no se a que saben los besos. Antes besuqueaba a los chiquitos, era un gusto enorme el que me daba tenerlos en mis brazos, como si fueran míos. Sentía su piel tiernita y su respiración dulzona muy cerca de mí. La vida nueva se me metía como un soplo y hasta me daba por cantar canciones de cuna que nunca creí recordar.

Pero un día mi nieta Margarita, que acababa de tener un bebé, dijo que no era bueno que los ancianos besaran a los niños, por cuestiones de salud. Desde entonces ya no me acerqué más a ellos, no fuera que les pasara algo malo por mis imprudencias. ¡Tengo tanto miedo de contagiarlos!

Yo los bendigo a todos y les perdono, porque ¿Que culpa tiene los pobres de que yo me haya vuelto invisible?


Autor: Desconocido.


miércoles, 12 de marzo de 2014

Leyenda Beduina sobre la creación del Caballo


Dios recorría el mundo después de la creación cuando, al pasar por el desierto, escuchó los gritos desesperados y el llanto ahogado de un beduino.

Se detuvo ante él y al preguntarle por el motivo de su pena, el árabe le respondió:

—Vi las riquezas que otorgaste a los otros pueblos, los bellos paisajes que creaste para ellos, en cambio a mí y a mi pueblo solo nos has dejado las arenas del desierto.

Dios percibió que no había sido justo en la distribución de los bienes entre todos los pueblos de la tierra, así que pensó por un momento en una forma de compensar a aquel hombre, y al instante le dijo:

—No llores más, porque voy a hacerte un regalo como jamás habría soñado poseer ningún otro pueblo.

Y tomando con la mano derecha al viento del sur que soplaba cálido en aquel momento, dijo:

—¡Plásmate, viento del sur! Voy a hacer de ti una nueva criatura.Serás mi regalo y mi desagravio, símbolo de amor infinito a mi pueblo. Conviértete en un ser único que nunca podrá ser confundido con las bestias, porque su belleza y grandioso porte serán su distinción.

Y añadió:

—Te doy: La mirada penetrante del águila, el coraje y la fuerza del león y la velocidad y la independencia de la pantera. Del elefante tendrás la memoria, del tigre la resistencia y el sigilo, de la gacela tomarás la elegancia ágil de sus movimientos. Tus cascos tendrán la dureza y flexibilidad que te otorga la magia oculta en el cuerno del rinoceronte y bajo tu pelo dormirán el calor y la suavidad de las plumas de una paloma. Saltarás más alto que el gamo, más lejos que la liebre y más veloz que el guepardo. El instinto del lobo vivirá en tu corazón y te guiará para proteger a tu familia. Serán tuyos los ojos del búho por la noche, orientándote sobre la tierra como lo hace el halcón sobre los cielos, para que siempre recuerdes el camino a casa. Incansable en la escasez como el camello, resistente en el trabajo como la alpaca y leal y fiel a los que amas como el perro, con el que compartirás el amor al hombre. Te doy el color del fuego del vientre de las hormigas y deposito en el pelo que pende sobre tus ojos la certeza de la felicidad de una vida apacible. Serás veloz e incansable tanto en la lucha como en la huida. Transportarás riquezas sobre tu dorso y traerás la fortuna con tu mediación a quien aprenda amarte y te respete en tu grandeza.

Entonces colocó sobre el caballo una señal de gloria y armonía en forma de lucero blanco sobre su frente y añadió:

—Y finalmente caballo, como un regalo mío al hacerte caballo, te entrego para que seas único en tu majestuosidad: La belleza infinita del océano y la majestad del sol.

Tomando un puñado de viento sopló  creando al primer caballo y mientras se maravillaba susurró en sus oídos:

—La virtud inundará tu alma y vivirá entre el pelo de tus crines, la ventura caminará sobre tu grupa a cada paso en tu camino. Serás mi preferido entre todos los animales porque te he hecho soberano de ti mismo y amigo incondicional. Te he conferido el poder de volar sin alas, así pues, ve, caballo y vive en el desierto cuarenta días y cuarenta noches... sacrifícate porque una vida dura te espera, aprende a resistir la tentación del agua, broncea el color de tu cuerpo y aligera tus músculos de grasa y nunca olvides, caballo...

Que eres del viento... y viento debes ser en la carrera.


Autor: Desconocido.


domingo, 9 de marzo de 2014

La Leyenda del Río Hablador



Hace mucho, pero mucho tiempo, vivía en la cima celestial el dios sol, conocido también como Inti. Un joven de gran postura y sumamente bondadoso llamado Rimac, quien de cuando en cuando bajaba al mundo de los humanos a contarles bellas historias, por lo que era muy querido y reverenciado.

Un día que acompañado de los demás dioses miraba hacia la tierra por las ventanas del palacio dorado, vio que los llanos junto al mar eran azotados por una grave sequía, las hierbas, las flores y los árboles se marchitaban y los hombres y animales morían de sed.

Los dioses se alarmaron y acudieron al dios Inti, su padre, a pedirle que librase a los hombres de la costa, de aquella horrenda sequía. Pero el Inti les dijo que era imposible, pues según las leyes celestiales solo sacrificando a uno de ellos en el altar de fuego podrían conseguir agua.

Los dioses callaron, sin embargo ante la sorpresa de todos, Chaclla, la mas bella y virtuosa de las hijas del sol, poniéndose delante de su padre se ofreció valientemente ante el sacrificio. Rimac que adoraba a su hermana, se arrodilló implorandole y pidió a Inti que lo sacrificase a él en vez de ella, pero Chaclla, aun cuando agradecía su gesto, no aceptó aduciendo que los hombres echarían de menos las bellas historias que aquel sabía contarles.

Mas Rímac insistió, finalmente a ruego de ambos y ante la resignación de Inti, los dos se dirigieron al altar de fuego para el sacrificio. El dios sol pudo así hacer llover la tierra. Agradeciendo a los cielos, los yungas, así llamados antiguos hombres de la costa, recibieron el agua jubilosos.

Rimac y Chaclla, envueltos en infinidad de gotas caían sobre las montañas cercanas al gran valle de Lima, y convertidos en un tormentoso río corrían, jugando y riendo, hacia el mar. Una vez allí, elevándose en forma de nubes, persiguiéndose, llegaban al cielo para vaciarse de nuevo. Pero eso duró solo cuarenta noches, al cabo de los cuales, Chaclla quedó convertida para siempre en lluvia y Rimac en el mas bullicioso río de la costa peruana.

Cuenta la leyenda que quienes suelen sentarse a orillas del río Rimac y se ponen a escuchar con atención perciben claramente el murmullo de sus aguas como se disuelve en una voz humana que cuenta bellísimas historias de este y de antiguos tiempos, por eso se le llama “Río hablador”.
Seamos amigos, conóceme y será tuyo mi saber, cuidemos la naturaleza y el agua que es fuente de vida y alegría en el mundo.


Autor: Desconocido.

jueves, 6 de marzo de 2014

Hyvää syntymäpäivää master ( Feliz Cumpleaños Maestro )


En un país lejano muy bonito que parecía sacado de uno de los mejores cuentos de hadas, la mayor parte del tiempo siempre nevaba, es por eso que  un manto blanco envolvía sus montañas, valles y bosques que estaban habitados por arboles tan ancianos que podían contar la historia del mundo,  ese manto también acaricia los helados lagos que mas bien parecen espejos donde las nubes se miraban todas coquetas y cubre las pequeñas casitas de madera.

En una de esas casitas habita un ermitaño, disfrutando mucho de su entorno, en un rincón de la casita descansa plácidamente una guitarra, y en los muchos rincones mas de la casa también descansan plácidamente sus mágicos gatos, tan mágicos como sus nombres, Taimi, Kaleba, Ukko...., ellos le rodean cuando el ermitaño en sus ratos libres se pone a tocar la guitarra, un día en que estaba acariciando la guitarra sacandole unas notas muy bonitas, creyó ver una figura pero cuando quiso prestar mas atención ya no había nada, así le sucedió varias veces, lo que le extrañaba y mucho que cuando eso sucedía los gatos no hiciesen nada, se quedaban mirando pero quietos, el ermitaño hablando con los gatos les dijo que se estaba haciendo viejo y que ya veía apariciones.

Una noche en que el ermitaño estaba junto a la chimenea, estaba tocando una bonita melodía rodeado de su publico gatuno, noto que en un rincón había una persona, en un principio se asusto, pero luego vio que sus amigos gatunos seguían como siempre y eso quería decir que no era nada malo, se quedo todo en silencio, hasta que del rincón salio poquito a poco una figura, una figura que cuando le dio la luz de la chimenea el ermitaño se quedo prendado de ella, era un hada preciosa con una sonrisa muy bonita y contagiosa, su mirada parecía que salían estrellitas de sus ojos de lo que le brillaba, su cabello negro como la noche, se fue acercando al ermitaño poco a poco no creyéndose este lo que estaba viendo.

- Hola Orthos, le dijo con su suave voz el hada al ermitaño, que le gusto mucho oír su nombre después de mucho tiempo sin que nadie se lo dijera.
- Hola hada, no tengo la suerte de saber tu nombre como tu el mio, pero aunque no tuvieses nombre ya me tienes encantado.
- Mi nombre es Tarja y me ha sido asignado proteger esta parte del bosque y todo lo que esta dentro de el, vosotros incluidos le dijo el hada sonriendo.
- Encantado de conocerte amiga Tarja y de que nos protejas, por si no te has dado cuenta estas en tu casa.
- Gracias Orthos, no te digo que no, pero ya sabes que el bosque es grande y debo protegerlo, pero mas de un día aquí me tendrás.

El tiempo fue pasando y las visitas cada vez se hacían mas asiduas, Orthos estaba que no cabía en si de felicidad, aunque cada vez que el hada Tarja se iba se le hacían mas largas esas ausencias, lo mismo que le pasaba al hada, se dieron cuenta que no podían estar mucho tiempo separados y que el amor había nacido entre ellos, eran almas gemelas y se necesitaban mucho el uno como al otro, pero había un impedimento muy grande y era que ella al ser hada no podía convivir con un humano y si lo hacia tenia que dejar de tener sus poderes como hada.

El hada Tarja lo hablo con sus superiores y estos no estaban de acuerdo, le pusieron muchos impedimentos, muchas pruebas a superar, hasta que perdió toda esperanza, el tiempo fue pasando y el ermitaño Orthos no sabia nada de su hada, estaba desesperado por no saber donde acudir ni que hacer, una noche sentado al calor de la chimenea y rodeado de sus gatos trataba de tocar alguna melodía con su guitarra, era tan triste esa melodía que le brotaron algunas lagrimas, en eso noto una suave brisa y miro al rincón de la primera vez y allí estaba, su hada, su hada querida pero había algo distinto en ella, se abrazaron y besaron como locos de la alegría que sintieron, en eso Othos se dio cuenta y le dijo:

- Tus alas...
- Mis alas a cambio de este amor que te tengo.
- Eso quiere decir que si te quedas conmigo?
- Claro si tu me quieres a mi...
- Tu eres mi vida amor... se abrazaron y todos se pusieron a bailar, su felicidad duro hasta la eternidad.


- Ehhhh un momento vale?, que aquí la pequeña saltamontes quiere decir algo, ejemmmmm Hyvää syntymäpäivää ystävä!!




Pili F.



domingo, 2 de marzo de 2014

La leyenda del Azahar.


Cuenta la leyenda que el sultán de la medina de Granada, Alkabul el Privilegiado, posó sus ojos en la incipiente gracia de la hija de una pareja de sus esclavos, Al- Azhar. El sultán, prendado de los luminosos encantos de la doncella, mató a sus padres y la llevó a vivir con él, con el propósito de desposarla el mismo día que la joven cumpliría trece años.

Semanas antes de celebrarse el casamiento, Xurán, un joven calígrafo y arquitecto de la Granada nazarí, recibió de Alkabul el encargo de decorar la cámara nupcial. Apenas traspasó el dintel de la puerta y se encontró con la princesa, descubrió en sus grandes ojos negros el misterio del amor y del deseo.

Una tarde poco después, cuando los señores y los esclavos dormitaban al placido descanso de la tarde, se encontraron a solas y Xurán le declaró su amor. Xurán también le contó a Al-Azhar que una vez hubiera acabado el encargo del sultán sus ojos serían cegados para que no volviera a crear una obra similar.

Esa misma noche se volvieron a encontrar y los amantes abrasaron sus deseos entre las palmeras de la medina. Justo eran los días en los que los naranjos amargos estaban en flor. Entre jadeo y jadeo, la Alhambra se iba llenando del perfume de la flor del naranjo. Sería su última noche. Al amanecer se despidieron entre lágrimas.

Ciego de ira y loco de dolor cómo sólo un déspota es capaz de estarlo, el sultán Alkabul mató a la bella Al-Azhar y después de quemar su fino cuerpo dispersó sus cenizas entre los rosales del palacio. A pesar del olor de las cenizas y de la fragancia de los rosales no consiguió aplacar el aroma que los amantes habían dejado la noche anterior ni el rastro que en el aire permanecía de la fragancia amorosa creada con la mezcla de sus cuerpos.

Arkabul, guiado por el perfume que Al-Azhar había impregnado en Xurán, le persiguió y persiguió hasta acorralarlo en el promontorio del Veleta, donde se quitó la vida. Desde entonces, acaba la leyenda, cuando la brisa sopla sobre los jardines de la Alhambra, un aroma penetrante e inolvidable se extiende por Granada.

Autor: Desconocido.